EL PELIGRO DE JUGAR A SER SANITARIO Y EL PAPEL DE LA FISIOTERAPIA PREVENTIVA

EL PELIGRO DE JUGAR A SER SANITARIO Y EL PAPEL DE LA FISIOTERAPIA PREVENTIVA

EL PELIGRO DE JUGAR A SER SANITARIO Y EL PAPEL DE LA FISIOTERAPIA PREVENTIVA

Siempre estamos buscando soluciones desesperadas para que desaparezca el dolor de nuestro cuerpo. Conocemos muchos remedios, sobre todo los fármacos antiinflamatorios, que nos ayudan a aliviar nuestra sintomatología. Poseemos un arsenal farmacéutico inmenso en el armario para cualquier dolencia. Desarrollando un vocablo propio aprendido directamente del entorno cercano: “si tira, es contractura”, “el médico me ha dicho que tengo hiperlordosis”, “si duele en la planta, es fascitis” o “seguro que tienes tendinitis del hombro”. Son algunos de los ejemplos que he escuchado y que he observado decir a pacientes.

Sin embargo, pasamos por alto el peligro que conlleva toda esta divulgación científica, de la cual no hemos sido informados. Porque la salud van más allá de una simple pastilla. Desconocemos la interacción entre los distintos sistemas orgánicos, desconocemos los efectos secundarios de muchos fármacos, desconocemos el funcionamiento de los procesos biológicos,..., etc. Debemos conocer el funcionamiento de nuestro cuerpo, por supuesto, pero tenemos que respetar la actuación de los profesionales de la salud. Porque con la correcta y única guía de ellos, podremos alcanzar mejores resultados.

Es ahí donde el trabajo de fisioterapia, a la hora de tratar lesiones, es ampliamente conocido, ya que sus dos funciones principales consisten en cuidar y prevenir lesiones. Cuando se realizan estrategias de prevención, las lesiones, cuando ocurren, son de menos intensidad y se recuperan más rápidamente. Esto es de vital importancia en deportistas, pero resulta efectivo incluso en trabajos de oficina, donde la falta de actividad física puede lesionar nuestro cuerpo. Este tipo de fisioterapia no se apoya únicamente en sesiones de marco tradicional, sino que necesariamente se enriquece con la faceta pedagógica del fisioterapeuta hacia el paciente: consejos sobre hábitos posturales, rutinas de entrenamiento, descanso y estiramientos...

Dependiendo del historial de lesiones, estilo de vida, tipo de trabajo, y de los objetivos que queramos conseguir, la fisioterapia preventiva se centra en diferentes aspectos a potenciar en cada caso, como pueden ser la propiocepción, la fuerza muscular o la elasticidad. No hay que esperar a sentir dolor intenso para visitar al fisioterapeuta, seamos deportistas o no, la fisioterapia puede ayudarnos a mejorar nuestra forma física y prevenir lesiones derivadas de la práctica deportiva, nuestro trabajo, o del sedentarismo; mejorando, con todo ello, nuestra calidad de vida.

Otro punto a tener en cuenta es la falta de cultura por parte de la población en general de ir al fisioterapeuta. En un rango de normalidad, solemos dejar la fisioterapia en un segundo nivel de prioridades. Todo se resume en no achacar la debida importancia que tiene esta especialidad en el día a día de la poblaciones. Sean de ciudad o de ámbito rural. La concepción del cuerpo como instrumento en un marco laboral ha de ser tenida en cuenta, es decir, cuando nuestro coche se estropea lo llevamos al mecánico. Hasta ahí todos de acuerdo. Pero, aún sin pasarle nada, debemos llevarlo una vez al año a la ITV. Esté en las condiciones que esté. Este símil debe ser el espejo donde situar nuestro cuerpo en cotas de vital importancia. Aunque no nos duela nada, o no tengamos ningún tipo de sintomatología, debemos saber que nuestro cuerpo es una máquina, al igual que el coche, que precisa de unos cuidados y de unas atenciones con una perioricidad importante. Y aún más, cuando nuestro cuerpo va envejeciendo. El cuerpo, como toda máquina, con el paso del tiempo y el sobreuso, se devalúa. Se devalúa como máquina de crear riqueza. Toda máquina debe estar en perfectas condiciones para ejecutar su labor, el cuerpo igual. Nos duela o no nos duela, debemos ir al fisioterapeuta una vez cada mes o mes y medio. Evitando, de esta forma, perder el valor productivo que tiene nuestro cuerpo.

Volviendo al primer punto inicial. La mezcla de los dos factores que se están desarrollando puede suponer una mezcla explosiva: la falta de conocimientos médicos y el, aparente, desinterés por el cuidado de nuestro cuerpo. Por eso, como ya he comentado anteriormente, la labor del fisioterapeuta consiste no solo en abordar las dolencias musculo-esqueléticas, sino proceder a informar al paciente de la importancia que tiene el correcto cuidado del cuerpo de forma transversal a toda su vida. No solo cuidar el cuerpo cuando nos duele algo, sino cuidarlo a lo largo de toda la vida y crear hábitos y rutinas, asequibles y dependientes de cada individuo, para prevenir cualquier tipo de lesión. Y en caso de lesionarnos por factores externos, estar preparados para una recuperación más acelerada.

Por eso, la educación en materia de sanidad y en el campo del autocuidado debería ser un pilar fundamental en la educación obligatoria de todos los Estados del mundo. Favorecer el desarrollo personal de cada individuo en el conocimiento del cuerpo humano y en el abordaje de labores básicas como los primeros auxilios. Evidentemente, habría que acotar esto muy bien, porque los campos concretos pertenecen a los profesionales de la salud, pero abogar por una educación básica en las enseñanzas obligatorias dentro del marco de la sanidad, nos convertiría en ciudadanos un poco más conscientes de todo lo que engloba al cuerpo humano. Esto va teniendo cada vez más cabida en nuestro panorama educativo, un poco por encima, pero se tiene presente. Aún así, mientras luchamos y esperamos a esta utopía, debemos saber que no somos sanitarios ya que no tenemos la formación necesaria, y que nuestro cuerpo es una máquina, que al igual que nuestro coche, necesita su particular ITV. Haya síntoma o no. No dejemos todo para última hora y vayamos al fisioterapeuta. Porque como dice la cultura popular: “más vale prevenir que curar”.